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Tras la gran batalla financiera entre Banco Sabadell y BBVA, llega el momento menos glamuroso: contar el tesoro real. Después de la fiesta, discursos épicos, brindis, empleados con regalos de 300 acciones cual medallas de guerra, aparecen los primeros indicios de que los números no cuadran.
Sí, héroes, sobran dos dígitos. Y esta vez, ni los fuegos artificiales ni la fanfarria oficial pueden esconderlo.
Como explico con humor bélico aquí:
👉 “Branding corporativo o cómo lanzar una granada de humo con logotipo al estilo Sabadell”
Los empleados no los directivos, no los accionistas VIP, son quienes sostienen el valor emocional del banco. Pero claro, ellos no salen en las fotos con banderas ni posan frente a pancartas de “OPA ganada”.
Aquí empieza la magia contable, o lo que es lo mismo el humo, según se mire.
🔹 Valor que Sabadell dice tener tras la batalla:
Un valor estratégico reforzado gracias a la venta de TSB y a nuevos dividendos, que según los discursos corporativos debe entenderse como un triunfo financiero.
🔹 Valor en los libros, el real, el frío, el que no sonríe:
Tras sumar y restar, hay una diferencia notable que podría superar dos dígitos de millones.
Un desfase que hace pensar en:
Una bomba de humo financiera para distraer al BBVA y a la CNMV, ó a los accionistas.
Un cálculo excesivamente optimista respecto a la venta del TSB, que ahora reduce la ambición internacional del banco.
O simplemente, que las cuentas son menos épicas que la narrativa oficial.
La OPA ha sido un auténtico campo de batalla bursátil, así que veamos las acciones del Banco Sabadell y por supuesto, las del banco contrario el BBVA después de la OPA.
Tras la venta de TSB y el anuncio de dividendos extraordinarios, las acciones vivieron alzas destacables, en algunos momentos por encima del 20 %.
Durante los picos de tensión con BBVA, el precio osciló con una volatilidad que haría sudar a un legionario romano.
El anuncio de la OPA provocó caídas iniciales en su cotización, en algunos tramos superiores al 5-6 %, reflejo del riesgo percibido por los inversores.
El mercado interpretó que BBVA estaba entrando en una guerra larga, costosa y regulatoriamente compleja.
Sabadell no se quedó quieto, realizando una serie de movimientos estratégicos, al estilo de Blas de Lezo o Gonzalo Fernández de Córdoba. Movió ficha:
Refuerzo del dividendo para seducir a los pequeños accionistas.
Venta acelerada de TSB para fortalecer caja y justificar independencia.
Campañas internas para animar a empleados y accionistas a rechazar la OPA.
Comunicación intensiva para posicionarse como un banco “esencialmente español y autosuficiente”.
Una maniobra de guerra psicológica digna de manual.
Los analistas evalúan varios escenarios, según lo que esta planteando el Banco Sabadell:
Consolidación como banco nacional sólido.
Dividendos atractivos a medio plazo.
Reestructuración eficiente del negocio.
Se mantiene independiente, pero con crecimiento limitado al mercado español.
Necesidad de optimizar costes para seguir compitiendo.
Ajuste de plantilla entre 2026 y 2027, ya insinuado en el sector.
Reducción de sucursales y concentración de operaciones.
Presión de reguladores y nuevas OPAs no descartadas.
Para seguir sobreviviendo en el ecosistema bancario español, ¿qué debería de hacer el Sabadell ahora mismo?:
Reforzar liquidez: evitar aventuras financieras innecesarias.
Optimizar estructura: digitalización + reducción de costes.
Aumentar transparencia: para que los accionistas no sientan que se han tragado el humo del campo de batalla.
Construir un nuevo plan estratégico post-OPA creíble y atractivo.
Los inversores están ante un dilema digno de estratega militar, ¿qué debería hacer?:
Crees que el banco cumplirá con sus promesas de dividendos.
Consideras que la venta de TSB fortalece su posición nacional.
Apuestas a una estabilidad a medio plazo con bajo riesgo competitivo.
Te preocupa la posible caída en cotización una vez bajen los focos de la OPA.
Los números que no cuadran con “dos dígitos de distancia” te hacen sospechar.
No ves claro el impacto del futuro ajuste de plantilla.
Estancarse,
Corregir,
o incluso retroceder, si los resultados reales no acompañan la historia épica contada.
Sabadell ha ganado esta batalla simbólica.
Ha celebrado. Ha regalado acciones. Ha sonado triunfal.
Pero ahora, con el polvo del campo de batalla ya asentado, queda claro que:
No todo el oro brilla.
Algunos dígitos han desertado.
La guerra por la percepción del valor aún no ha terminado.
Los empleados siguen siendo los héroes invisibles.
Los inversores observan desde las colinas.
Y el BBVA… posiblemente no ha dicho su última palabra.