En un giro argumental que no vio venir ni el monje más iluminado del Himalaya, Bután ha decidido que la espiritualidad está muy bien, pero que un poco de Bitcoin no ilumina mal el camino.
Así que Si alguien pensaba que Bután solo exportaba paz interior, monasterios y felicidad nacional bruta, va tocando actualizar el firmware mental. El pequeño reino del Himalaya está valorando destinar unos 920 millones de euros (≈ 1.000 millones de dólares) a Bitcoin para impulsar su ambicioso proyecto urbano-económico.
Sí, Bitcoin. No incienso digital., has leído bien. Bután. Bitcoin. 920 millones de euros. Respira.
La protagonista de esta historia no es cualquier sitio, sino Gelephu Mindfulness City, una ciudad planificada desde cero con un objetivo muy poco habitual en el urbanismo moderno, combinar desarrollo económico, sostenibilidad, tecnología y bienestar mental. Nada de rascacielos sin alma ni coworkings con frases motivacionales falsas.
El objetivo final es claro, ya que es la de convertir Gelephu en un hub económico regional, atrayendo talento, inversión internacional y empresas tecnológicas… pero sin perder la esencia espiritual del país. Vamos, Silicon Valley con incienso.
¿Y de quién fue la brillante idea de meter Bitcoin en la ecuación? La iniciativa no sale de un gurú cripto con avatar de mono, sino del propio entorno institucional del país, respaldado por la visión económica del gobierno y la histórica cercanía de Bután con Bitcoin gracias a su excedente de energía hidroeléctrica.
Porque claro, cuando tienes electricidad limpia, barata y abundante, empiezas a pensar cosas peligrosas como:
“¿Y si en vez de exportar energía… la convertimos en dinero digital escaso?”
Una locura para algunos.
Un movimiento maestro para otros.
Se podría decir que Bitcoin será como pilar económico, no como un experimento hippie. Ya que el plan no es “comprar Bitcoin porque está de moda”.
La idea es utilizar Bitcoin como activo estratégico, reserva de valor y motor de atracción económica para la ciudad y el país.
Los objetivos que se persiguen son bastante claros:
Diversificar la economía nacional
Reducir dependencia de modelos tradicionales
Atraer inversión extranjera
Posicionar a Bután como país innovador
Convertir energía renovable en riqueza digital
Todo esto sin imprimir dinero, sin deuda descontrolada y sin PowerPoints llenos de humo.
Aquí viene la pregunta del millón de euros, ¿esto abre la puerta a una stablecoin estatal respaldada por Bután?
Spoiler: Por ahora, no parece que se el plan.
La estrategia parece centrarse exclusivamente en Bitcoin, no en crear una moneda digital estatal vinculada a una divisa local. Y tiene sentido, una stablecoin estatal es básicamente fiat con maquillaje blockchain, mientras que Bitcoin juega en otra liga.
Bután no quiere crear “el euro digital del Himalaya”.
Quiere aprovechar un activo escaso, descentralizado y global sin complicarse la vida.
Minimalismo financiero. Muy zen.
Mientras medio planeta discute si Bitcoin es el demonio o el futuro, Bután hace lo más peligroso que puede hacer un país, y eso pensar a largo plazo.
920 millones de euros en Bitcoin no son una apuesta especulativa, son una declaración de intenciones.
Un mensaje claro al mundo:
“Podemos ser pequeños, tranquilos y espirituales… pero no somos tontos”.
Y así, sin ruido, sin hype y sin influencers, Bután se sienta a meditar…con un cold wallet en el bolsillo.